La flor de cempasúchil se popularizó principalmente por ser la protagonista del Día de Muertos, tanto que no se podría concebir esta festividad sin su presencia. Pero, ¿te has preguntado de dónde viene su relación con la muerte?
La flor de cempasúchil se popularizó principalmente por ser la protagonista del Día de Muertos, tanto que no se podría concebir esta festividad sin su presencia. Pero, ¿te has preguntado de dónde viene su relación con la muerte?
También conocido como “la flor de 20 pétalos”, el cempasúchil es nativo de México y Centroamérica, según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). Lo más curioso es que florece de septiembre a diciembre, justo a tiempo para adornar los altares dedicados a los difuntos.
La tradición de incluirla en la ofrendas de Día de Muertos como principal ornamento viene de los mexicas. Durante la época prehispánica la eligieron para cubrir con sus pétalos los altares dedicados a los difuntos, ya que creían que esta guardaba el calor del sol. Esto debido a que en su cultura el cempasúchil era visto como una representación de los rayos del sol.
Posteriormente, los aztecas se apropiaron de la tradición y con el tiempo la popularizaron; y así fue que se convirtió en la flor de muertos por excelencia.
Esta flor se utiliza desde hace cientos de años para formar caminos de pétalos, los cuales sirven para guiar a los muertos de regreso al mundo de los vivos con su aroma y color.
Asimismo, esta flor se utiliza desde hace cientos de años para formar caminos de pétalos, los cuales sirven para guiar a los muertos de regreso al mundo de los vivos con su aroma y color. También se cree que pintan el camino a los difuntos para reconocer a sus seres queridos vivos y para llevarlos a las ofrendas dedicadas a ellos.
Aunque guiar y adornar no es la única función que tenía en los rituales de la muerte, de acuerdo con la mitología mexica, las mujeres decoraban su cabello con guirnaldas de flor de cempasúchil. Estas eran utilizadas durante la ceremonia para honrar a Cihuacóatl, la recolectora de almas, mitad mujer y mitad serpiente. Ella se encargaba de proteger a la raza y de llorar la muerte de los dioses mexicas.
No podemos hablar sobre la flor de cempasúchil sin mencionar la leyenda que explica su relación con la muerte. La historia trata sobre el gran amor que Xóchitl y Huitzilin se tenían desde pequeños. Todas las tardes subían a lo más alto de la montaña con la única intención de llevarle flores a Tonatiuh, el padre del sol, a quien habían prometido amarse más allá del tiempo, más allá de la distancia y más allá de la muerte.
Sin embargo un día llegó la guerra y los amantes se tuvieron que separar. Después de un tiempo le dieron la noticia a Xóchitl de que Huitzilin había muerto en la guerra, lo cual le causó un terrible dolor. Desesperada la joven pidió a Tonatiuh que no la separara de su gran amor; y el padre del sol con un rayo la convirtió en una bella flor. Una flor de un color tan intenso como el del sol.
Más tarde se apareció Huitzilin, quien había rencarnado en un colibrí y se posó en el centro de aquella bella flor. En ese instante la flor se abrió en 20 pétalos, los cuales desprendían un aroma muy intenso y misterioso, surgiendo así la flor de cempasúchil.
Gracias al trabajo de los agricultores mexicanos es que podemos darle color a una de las festividades mexicanas más importantes. El estado que produce la mayor cantidad de cempasúchil es Puebla, sin embargo, estados como: Hidalgo, Guerrero, Michoacán, Tlaxcala, San Luis Potosí, Morelos, Oaxaca, Durango y Ciudad de México también contribuyen con la producción.
En México cada año se cosechan más de dos mil 500 hectáreas de la flor de 20 pétalos, principalmente para abastecer las celebraciones que se llevan a cabo el 1 y 2 de noviembre.
A pesar de que el cempasúchil es uno de los íconos del Día de Muertos, no solo se utiliza para adornar. Diferentes investigaciones han confirmado sus propiedades medicinales. Se recomienda consumirla como té para aprovechar sus propiedades antiinflamatorias y analgésicas. También sirve para calmar cólicos estomacales, infecciones respiratorias y problemas dermatológicos.
Por su historia, por su hermoso color y mucho más esta flor se ha convertido en un símbolo dentro de la cultura mexicana. Lo mejor es que desde principios de octubre podemos conseguirlas en cualquier mercado local.