Día de Muertos

Pomuch, los muertos más bonitos de México

Pomuch, los muertos más bonitos de México

En este pueblo de Campeche la tradición consiste en sacar los restos de los difuntos para limpiarlos y cuidarlos, para estar realmente cerca de ellos una vez más.

De todos los lugares de República Mexicana, Pomuch, es quizás, el celebra el Día de Muertos de la manera más peculiar. Aquí cada año la gente visita a sus difuntos, pero no solo para llevarles flores; en este pequeño pueblo de Campeche la tradición consiste en sacar los restos de los difuntos para limpiarlos y cuidarlos, para estar realmente cerca de ellos una vez más.

Pomuch es un pequeño poblado situado en el sureste mexicano. Durante el Día de Muertos, en su pequeño panteón, también hay ofrendas y flores, comida y fotografías, nostalgia y alegría porque, al menos por una noche, los vivos y los muertos compartirán de nuevo un momento. Desde la última semana de octubre, el cementerio del pequeño pueblo —situado a unos 75 kilómetros de la Ciudad de Campeche—, es visitado por los familiares de los difuntos que vuelven con una misión clara que obedece a una tradición milenaria: exhumar los restos de sus familiares para posteriormente limpiar y acomodar sus huesos.

La limpieza es una tarea laboriosa: se saca el esqueleto entero del osario junto con el mantel en el que fue envuelto el año anterior y posteriormente, se limpian con mucho cuidado y se acomoda con esmero.

El ritual de la limpieza de huesos se realiza con suficiente antelación para que los días 1 y 2 de noviembre todo esté en perfecto orden. Desde el 25 de octubre los vivos empiezan a llegar al panteón armados con brochas, escobas, pinceles y todo lo necesario para hacer la limpieza de los restos humanos y para preparar los osarios los huesos serán expuestos.

La limpieza es una tarea laboriosa: se saca el esqueleto entero del osario junto con el mantel en el que fue envuelto el año anterior y posteriormente, se limpian con mucho cuidado y se acomoda con esmero.

Los huesos se colocan uno sobre otro dentro de la caja, adornada con un nuevo mantel blanco bordado, empezando con los pies y terminando con el cráneo. La cabeza es la que quedará siempre hasta arriba, descansado sobre los demás huesos y visible durante los días que dura la celebración.

Los nichos que resguardan los osarios también son limpiados, pintados y restaurados de tal modo que el muerto se sienta cómodo y apreciado una vez que la fiesta haya terminado y los difuntos vuelvan a su lugar.

Los habitantes de Pomuch saben que hay una condición para poder exhumar a sus muertos: éstos tienen que haber pasado al menos tres años en un sepulcro tradicional, antes de poder ser limpiados y trasladados a un osario y su respectivo nicho.

Cementerio de Pomuch. Foto: México desconocido.

LA MAGIA DEL RITUAL

El ritual se realiza con mucha devoción y cariño hacia el muerto y su recuerdo. Al lado del osario adornado con un hermoso mantel bordado, se colocan veladoras y flores. En sus hogares, las familias montan altares y ofrendas, convencidas de que sus muertitos los visitarán. El día 1 de noviembre abundan los dulces y juguetes para los niños difuntos; el 2 de noviembre se coloca la comida que los adultos disfrutaban en vida, así como sus bebidas alcohólicas y cigarros favoritos. El principal platillo en la ofrendas para los adultos suele ser el pibipollo, una especie de tamal gigante que ha sido horneado envuelto en la tierra con un guiso de achiote y diversos condimentos típicos de la región.

En Pomuch no hay miedos ni tabús en torno a los muertos. Ellos siguen siendo parte de la vida del pueblo y en estos días todos los pomucheños se alegran porque compartirán de nuevo con sus seres queridos y podrán demostrarles cuánto los quieren cuidándolos, limpiándolos y venerándolos.

Esta tradición existe en Pomuch desde antes de la Conquista y claramente tiene su origen en las culturas prehispánicas y el culto que rendían a la muerte, entendiéndola como parte de su existencia, como un complemento indispensable de la vida, como una oportunidad para regresar a la tierra, al inframundo, al lugar en donde se encuentran los dioses que nos crearon.

De alguna manera como una oportunidad para volver a casa.

Una turista recorre el cementerio de Pomuch. Foto: México desconocido

Todas las fotos: Cortesía de México desconocido.

 

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